Lo había intentado todo para hacerles ver que era un dragón vegetariano, pero ellos seguían entregándole una doncella virgen cada cinco años que, al menos, tenían el detalle de no sacrificar. Devolverlas sería desconsiderado tanto para con ellos como para con las propias chicas, que se habrían sentido rechazadas. De manera que cada noche se colocaba el delantal y, resignado, preparaba una ensalada para quince.
enero 27th, 2008 at 10:14 pm
Hola Idgie. No te conocía. Me gustan mucho tus cuentos. La peripecia del dragón me recuerda a una recobradora de morosos que conocí hace años. Su trabajo le ocasionaba tales problemas de conciencia que terminaba pagando con su pequeña nómina las deudas ajenas. Lógicamente terminó fatal. Saludos.
enero 28th, 2008 at 9:36 pm
Lo del cobrador con problemas de conciencia da para historias.
¿De qué se queja el dragón? Tiene mucha compañía.