Háblenos de sus proyectos, señor Liebman, díganos sobre qué está investigando ahora en su laboratorio. ¿Para qué sirven todos esos tubitos? ¿Y esa máquina de ahí? ¿Ha descubierto alguna vacuna nueva últimamente? Oh, no trate de engañarnos, señor Liebman, no sea usted tan modesto. Cuéntenos sus miedos, sus pasiones, sus manías, sus aficiones. ¿Le gusta disfrutar de los placeres sencillos de la naturaleza? ¿Entiende de caza? ¿Cuánto ha pagado por la alfombra persa del saloncito? ¿Para cuándo una señora Liebman? No sea tímido, no querrá que nos creamos que sólo hay ciencia en su vida, ¿verdad? Todo, señor Liebman, nuestras lectoras quieren saberlo todo sobre usted.
marzo 19th, 2008 at 4:51 am
Me siento tan agobiada como el señor Liebman con sólo leerlo… :)
marzo 20th, 2008 at 12:01 pm
¡Uf! ¿Y el profesor Liebman no tuvo que ser atendido por un súbito colapso provocado por un ataque de ansiedad al sentirse acorralado? Por que a mí me ha producido taquicardia y taquipnea el dichoso cuestionario.
Estoy por prepararme una bolsa de plástico por si empiezo a hiperventilar…
marzo 24th, 2008 at 1:32 am
Y lo que no se atreva a contarnos, ya lo adivinaremos nosotros, no se preocupe…
marzo 24th, 2008 at 11:32 am
La culpa, con todos mis respetos, es del señor Liebman, por no saber quién le entrevista. Pero sí, tienes razón, al final las facultades de periodismo o de comunicación audiovisual sirven de poco.
junio 25th, 2008 at 6:47 pm
Es el habitual narcisismo de los entrevistadores. Solo quieren oírse a si mismos. Oh!, qué bien lo hacen!!