Y se levanta, y el corazón del animal aún palpita entre los despojos, y ella hace ademán de limpiarse -la boca, el rostro, los brazos, el pecho-, pero decide quedarse quieta y contemplar la escena un rato más.
Un minuto, quizá dos, y luego volverá a sus quehaceres diarios -la comida, la ropa, la compra, los niños-. Nada de eso importa ahora que sabe de lo que es capaz.
septiembre 19th, 2008 at 11:13 am
Bueno y radical, Idgie.
Celebro tu regreso.
Saludos cordiales
septiembre 20th, 2008 at 10:07 am
¡Qué fuerte! Me encanta.
septiembre 24th, 2008 at 9:45 pm
Hola de nuevo :)
septiembre 26th, 2008 at 7:53 am
Concentrado y contundente. Me encanta.
septiembre 28th, 2008 at 9:44 pm
Romper límites para saber que no los tienes. Mmmm, interesante.